Salón-escuela libre de estética en Memento
Este septiembre, nuestras amigas de Espacio Carnicería y Espacio Interrogante de Madrid activaron el proyecto Memento, sobre patrimonio emocional a través del tatuaje y los cuerpos donde habita. Como primera etapa, desarrollaron desde Intermediae (Matadero Madrid) la propuesta Memento x Arganzuela, un proceso artístico de mediación vecinal articulado a través de talleres, tatufiestas, una exposición y una publicación. En este marco de posibilidad, Memento invitó a Belén para diseñar y acompañar el taller del tercer fin de semana.
Presentando a su personaje @pffftattoo, contando cómo le enseñaron a tatuar sus amigas y lo que ocurrió en el Club de cicatrización en Hangar, Belén introdujo la propuesta sobre el estar en la sesión: “cualquiera puede aprender o enseñar, y por eso, generar una escuelita libertaria, una fiesta, un laboratorio, un lugar de desobediencia donde hacer, pedir que te enseñen a hacer, pedir que te hagan, mirar cómo los demás hacen, poner música para quienes están haciendo, pasar allí la tarde en un ambiente informal y hablar de lo que surja…” Así, como todxs eran maestrxs y todxs aprendices, todxs tenían algo que decir sobre el tatuaje: cómo tatuar, qué tenían tatuado, historias de tatuajes, dibujos, miedos, deseos… Belén sumó algunas ideas en torno al biohacking -como la de desobedecer mediante acuerdos colectivos de responsabilidad las normas de la institución biomédica como un gesto de soberanía sobre nuestros cuerpos y desde donde desbordar lo que la institución es capaz de reconocer/comprender- y en torno a la práctica de afectar y dejarse afectar responsablemente -vínculos de confianza en los que, conscientes de entrar en prácticas inciertas donde nos encontramos insegurxs, vulnerables, nos comprometemos a ser atentxs, ciudadosxs, para que el otrx esté bien durante el proceso aceptando que el resultado puede ser fallido.
Tras intercambiar experiencias y emociones al respecto y para poner en marcha este cóctel bajo la prohibición de Intermediae de tatuarnos, la propuesta fue sencilla: un salón-escuela libre de estética. Las mesas se llenaron de pintauñas, tintes, decolorantes, adhesivos, maquillajes, herramientas para cortar el pelo y peinar… y todxs empezaron a intercambiar saberes y prácticas de alteraciones estéticas desde una actitud punk y festiva.
El taller se alargó varias horas más de lo previsto, se había creado un espacio quimérico del que nadie se quería ir, hasta que alguien invitó a todxs a cenar cocido en su casa. Al día siguiente Memento organizó una tatufiesta en el barrio donde volvimos a afectarnos y dejarnos afectar, esta vez sí, desde el tatuaje.